El ritmo del taller de moldeo por inyección es único: no es una cacofonía de ruido, sino el zumbido rítmico de las máquinas. Cada apertura y cierre de molde es como un solo compás. Alguien vigila las máquinas, ajusta la temperatura y realiza inspecciones. Todos actúan al unísono, enfocados en producir un producto de calidad.